24 abril 2010

De las muchas maneras de arrullar un pulpo



















Recientemente, en una de mis visitas a la biblioteca de mi tío Jacinto descubrí con asombro un libro cuyo título capto mi atención de inmediato, a saber, De las muchas maneras de arrullar a un pulpo. El volumen estaba primorosamente encuadernado, y había en cada hoja anotaciones al margen que denotaban un claro intento de estudio por alguno de sus muchos dueños. Era antiguo, en las tapas faltaban fragmentos arrancados, como mordidos; se ve que es un libro que exige práctica mientras se lee, y muy posiblemente algún pulpo mal arrullado había devorado con su pequeña boca fragmentos de papel. En cuanto lo abrí el mar entro con fuerza en mis narices, y es que parecía que entre sus páginas contuviera océanos enteros, atardeceres en playas, pequeños botes de remos y a vela que recorrían las aguas en busca de pulpos que arrullar. También había un toque de sudor marinero en sus páginas, de tabernas portuarias, de rones malos y buenos, borracheras a orillas de mares tranquilos y alguna resaca horrible llena de tremendas olas. Alguna puta que otra asoma en el tacto de las hojas, a ratos carnoso y dulce, a ratos áspero y con mal aliento, puta de puerto de mil amantes y mil atardeceres de puestas de sol amoroso.
Era, a fin de cuentas, un libro que invitaba a la aventura singular de la caza de un buen pulpo y de su posterior arrullamiento. No pude dejar de imaginarme en un barquito surcando los mares, las manos en las frías aguas, acariciando los lomos de los delfines y preguntándoles por hermosos y grandes octópodos.
El autor contaba con detalle su amplia (habrá que creerlo) experiencia en el arrullamiento, y daba consejos de fácil recordar: “coja al pulpo por los tentáculos y, tarareando con dulzura, lama la zona donde su informe cerebro descansa. No se desanime si el pulpo en su pulpez no se deja amilanar por los primeros arrullos, e insista siempre con cariño pulpil”.
Enseguida desee tener un pulpo en mis manos, uno grande o pequeño, daba igual, solo un pulpo que arrullar, así que salí enseguida para el puerto, con la intención de embarcarme en el primer barco cuyo destino fuera alta mar.

Eleder

6 comentarios:

  1. Bonita evocación del mar. Sí, creo que es fácil arrullar a un pulpo, dicen que son muy curiosos (por eso se cazan fácilmente) e inteligentes, así que si captan que les vas a arrullar irán donde tí, yo si no fuera porque me mareo en el barco, iría también en busca de pulpos y de sirenos... Muy bonito el cuento. Mertxe

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  2. Octopodo terreste versus octopodo marino, ambos machos, seguro...cuidado con la tinta, mancha.

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  3. Cuánto me gusta este cuento.
    Salino.

    Txitxarrillo.

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  4. nose la verdad muy linda la chica i el pulpo no es ningun tonto me gustaria estar en su lujar

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  5. que me ponga alli a mi y debajo de su concha

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  6. le chupo la concha a ella

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